Iván Vallejo
Iván
Vallejo Ricaurte. Nació en Ecuador, en Ambato, el 19 de diciembre de 1959. Un
sagitario a tiempo completo. Es divorciado y tiene dos hijos Andy (25 años) y Camila
(15 años).
Esta es la historia del aventurero Iván Vallejo.
A los
sietes años de edad, en la ciudad natal, durante las tardes, Iván solía
observar la majestuosidad del volcán Tungurahua y se preguntaba lo que debería
hacer para coronar la cima. Desde esos momentos, estaba seguro sobre su
vocación.
Aquella
tarde abrió por primera vez sus alas y empezó a soñar en ser MONTAÑISTA.
En unas vacaciones de verano, trabajo para
comprar su primer par de botas de montaña. Le costaron 100 sucres; solo había
ganado 70 sucres como ayudante de una imprenta y su madre le obsequió los 30
restantes.
Qué importantes fueron en su vida sus
primeras botas de montañista.
Pude ascender al Illiniza Norte, al
Rumiñahui, al Tungurahua, al Carihuairazo. Hasta que llegó el gran día, un 23
de octubre de 1978 a las 8h15, cuando alcanzo por primera vez la cumbre del Chimborazo, la
montaña más alta del Ecuador (6.310 m.). Qué momento más inolvidable aquél:
estaba cansado, pero lloraba de emoción.
Acompañado del Padre Manuel Gavilanes y de Luis Lozada, había logrado su
primera gran CONQUISTA.
Pasaban los años, seguía soñando, seguía volando hacia sus
cumbres y disfrutando de los regalos de la vida: había nacido su hijo Andrés.
Termino su carrera de Ingeniero Químico en la Escuela
Politécnica Nacional y continúo escalando en las montañas del Ecuador,
aprendiendo de ese modo las habilidades propias de su oficio de montañista.
El tiempo echó a correr. Entonces empezó a realizar sus primeras y modestas ascensiones en las colinas
cercanas a la ciudad de Ambato, mientras era un estudiante de la escuela. Luego
vino el colegio.
Ingeniero químico por la Escuela
Politécnica Nacional, de Quito, comenzó a entrenarse como montañero,
simultaneando su trabajo como profesor universitario, y ascendiendo al mismo
tiempo diferentes picos de Perú, Ecuador y Bolivia, alcanzando, en esta primera
etapa, las cumbres de una serie de importantes montañas en el continente
americano, hazañas que le permitieron ir adquiriendo paulatinamente experiencia
y entrenamiento para su propósito futuro de escalar más tarde en el Himalaya,
donde obtuvo su primer éxito alcanzando la cumbre del Manaslu en 1997
Su extraordinario logro como himalayista
por obtener los 14 ocho miles ha sido alcanzado el 1 de mayo de 2008, cuando a
las 12:00 (hora local nepalí) pisaba la cumbre del Dhaulagiri.
Ascensiones de Iván Vallejo
América
1978 / Chimborazo (6 310 m), Ecuador.
1989 / Huascarán (6 768 m), Perú.
1991 / Illampu (6 485 m), Bolivia.
Asia
1995 - Island Peak (6 189 m), Nepal.
1996 - Ama Dablam (6 812 m), Nepal.
Ocho
miles 1
Iván Vallejo se encuentra:
Katmandú 11 de abril de 2013
En este momento Iván Vallejo s encuentra en Nepal en la Cordillera
del Himalaya con sus compañeros de expedición SOMOS ECUADOR, Dios mediante tras
la cima del Everest sin oxigeno.
Estarán el Everest hasta fines de Mayo
Perfil humano
Los 37 años que lleva ascendiendo montañas,
han sido fundamentalmente una escuela de vida, porque en la práctica ha
aprendido que es posible vivirla con pasión, con intensidad y con gran entrega
cuando se tienen metas y objetivos claramente definidos.
Entonces tiene mucho sentido elaborar un
plan de acción y de preparación, para que éste, cumplido con disciplina, con
constancia, y con dedicación nos lleve hacia el logro de nuestros objetivos.
Las múltiples experiencias que ha vivido
en las montañas y que han sido una amplia gama de emociones y sensaciones que
han pasado por el agotamiento extremo, la soledad, la felicidad, el llanto, la
risa, la incomodidad, la fuerza, el abandono, etc., son un cúmulo de vivencias
que le han dejado grandes lecciones en su vida.
En las conferencias y talleres de
motivación que impartió al público asistente, no les participo de un discurso
teórico, sobre como hay que vencer obstáculos y momentos de adversidad, para el
logro de una meta. No...Yo les cuento mi propia historia de un ciudadano
ecuatoriano que con las mismas desventajas y ventajas que tenemos cualquiera de
nosotros, me he dado la posibilidad de ir tras el logro de mis sueños.
Porque más allá de montañista y
expedicionario, sobre todo, soy un ser humano como cualquiera, que acierta, que
se equivoca, que se disculpa, que tiene miedo, que tiene fuerza, que se siente
debilitado, en fin, que camina cada día con los defectos y virtudes que nos
adornan y nos descomponen a todos.
Hasta el momento son miles de
ecuatorianos (as) a quienes he podido llegar con mi experiencia de vida como
montañista. Si usted está interesado que su grupo de trabajo o su empresa
participe de mis conferencias, estaré muy gustoso de hacerlo.
A continuación, ofrecemos
el testimonio que brindó el ascensionista ecuatoriano Iván Vallejo, desde
Nepal, a "Radio revista Encuentro".
¿Cuál es el entorno que
te rodea? ¿Cómo te sientes luego de haber bajado del Everest?
Ahora estoy disfrutando del exquisito
sabor de la victoria, de recordar que todo salió bien. Esto provoca que el
entorno sea encantador. Claro que estoy esperando que llegue el jueves para
tomar mi vuelo, pero, hasta tanto, camino por las callecitas de Katmandú,
haciendo compras en un plan totalmente relajado. ¡Nada que ver con la tensión
de hace dos meses, antes de la expedición! Además, me siento como en casa: aquí
también hay cortes de energía eléctrica.
¿En qué condiciones
ocurrió el ascenso al Everest?
Haciendo un balance, creo que el ascenso
llegó en el momento oportuno. He quedado convencido de que estos tres años de
preparación fueron necesarios. Debí ascender montañas más "pequeñas"
en el Himalaya y, al mismo tiempo, aprender sobre la comida, la logística y,
fundamentalmente, sobre mi comportamiento fisiológico. Todo este proceso de
averiguar mis límites fue básico.
Pero, al subir al Everest, tuve que pasar
un "examen para masterado", ya que formé parte, lastimosamente, de
una expedición administrada por un búlgaro y un ruso absolutamente deshonestos.
Pasamos momentos muy duros en la expedición, con días sin comida y con la
logística muy complicada. Fue necesario tener mucha paciencia.
Afortunadamente, todo el trabajo lo
realicé junto con Ever Orona, un argentino de 28 años con quien colocamos todos
los campamentos: uno a 7.100 metros, otro a 7.700 y el último a 8.300 metros de
altura. E ver y yo armamos esos campamentos sin ayuda de guías.
En ese instante comenzó una nueva etapa
de tu aventura....
Así es, pues antes yo solo había estado a
8.100 metros de altura. Pero, cuando alcancé los 8.300 metros, resulta que
estaba rebasando la altura de diez de las montañas más altas del mundo, y sin
tanque de oxígeno.
Una vez instalado a semejante altura,
debimos regresar al campamento base para esperar que el clima mejorara. Era
necesario esperar, pues expediciones anteriores registraron muertes por
congelación. El excesivo viento era peligroso y no había que jugar con el frío.
No obstante, sabíamos, por medio del reporte de meteorología, que el 25, 26 y
27 de mayo eran los días más adecuados para subir.
En la madrugada del 27 de mayo, a la una
de la mañana, salimos del campamento. Se veía una luna llena preciosa, y esto
compensó las penalidades.
La etapa crítica llegó a las 4 de la
mañana cuando, realmente, me pregunté si yo era capaz de tocar la cumbre sin
oxígeno. Me tranquilicé, tomé confianza y me prometí dar hasta el final. Salió
el sol, lo que me dio más calma. Cerca de las 6 de la mañana, ya estaba a 8.600
metros y me dije: "¡de aquí no me baja nadie!"
Después veía las montañas cada vez más
pequeñitas, hasta que, a las 8:15, llegué a la cumbre. Lloré con un grito de
emoción, porque no soy de los tipos que se aguanta las lágrimas. Lo primero que
hice fue arrodillarme y besar la cumbre del Everest, en agradecimiento a la
vida. Saqué la bandera del Ecuador, y me sentí orgullosamente ecuatoriano.
¿Cómo se ve el mundo
desde el Everest?
Yo estuve mirando este mundo, durante una
hora, con ojos de cariño. Con ojos de emoción. Al norte, se veía el Tíbet,
absolutamente llano, con unas leves montañas de color ocre. Al sur, un cambio
radical: ¡cientos de montañas por el lado de Nepal!
Además, quise confirmar aquello de que,
desde el Everest, se observa la curvatura de la Tierra. Yo no la vi. Pero sí me
vi como el hombre más "alto" del planeta, literalmente, porque yo
mido 1,65.
¿Qué es lo que más
extrañaste? Supongo que tu familia ocupa un lugar principal en tus recuerdos..
.
Cuando me embarco en una expedición, suelo
desconectarme (en el buen sentido) de aquello que debo extrañar: mis dos hijos,
mis alumnos, mis amigos.
Pero, una vez que todo termina, regreso a
la etapa en que empiezo a extrañar todo. Y ahora, en Katmandú, estoy extrañando
todo. Quiero irme con Andrés al cine, y con Camila a La Carolina. Además,
también tengo antojo de un jugo de mora. En fin, ¡ahora extraño todo!
video
Bibliografía
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