lunes, 13 de mayo de 2013




Iván Vallejo

 Iván Vallejo Ricaurte. Nació en Ecuador, en Ambato, el 19 de diciembre de 1959. Un sagitario a tiempo completo. Es  divorciado y tiene dos hijos Andy (25 años) y Camila (15 años).
Esta es la historia del aventurero Iván Vallejo.
 A los sietes años de edad, en la ciudad natal, durante las tardes, Iván solía observar la majestuosidad del volcán Tungurahua y se preguntaba lo que debería hacer para coronar la cima. Desde esos momentos, estaba seguro sobre su vocación.
 Aquella tarde abrió por primera vez sus alas y empezó a soñar en ser MONTAÑISTA.
En unas vacaciones de verano, trabajo para comprar su primer par de botas de montaña. Le costaron 100 sucres; solo había ganado 70 sucres como ayudante de una imprenta y su madre le obsequió los 30 restantes.
Qué importantes fueron en su vida sus primeras botas de montañista.
Pude ascender al Illiniza Norte, al Rumiñahui, al Tungurahua, al Carihuairazo. Hasta que llegó el gran día, un 23 de octubre de 1978 a las 8h15, cuando alcanzo  por primera vez la cumbre del Chimborazo, la montaña más alta del Ecuador (6.310 m.). Qué momento más inolvidable aquél: estaba cansado,  pero lloraba de emoción. Acompañado del Padre Manuel Gavilanes y de Luis Lozada, había logrado su primera gran CONQUISTA.
Pasaban los años,  seguía soñando, seguía volando hacia sus cumbres y disfrutando de los regalos de la vida: había nacido su  hijo Andrés.
Termino su  carrera de Ingeniero Químico en la Escuela Politécnica Nacional y continúo escalando en las montañas del Ecuador, aprendiendo de ese modo las habilidades propias de su oficio de montañista.
El tiempo echó a correr. Entonces  empezó a realizar sus  primeras y modestas ascensiones en las colinas cercanas a la ciudad de Ambato, mientras era un estudiante de la escuela. Luego vino el colegio.
Ingeniero químico por la Escuela Politécnica Nacional, de Quito, comenzó a entrenarse como montañero, simultaneando su trabajo como profesor universitario, y ascendiendo al mismo tiempo diferentes picos de Perú, Ecuador y Bolivia, alcanzando, en esta primera etapa, las cumbres de una serie de importantes montañas en el continente americano, hazañas que le permitieron ir adquiriendo paulatinamente experiencia y entrenamiento para su propósito futuro de escalar más tarde en el Himalaya, donde obtuvo su primer éxito alcanzando la cumbre del Manaslu en 1997
Su extraordinario logro como himalayista por obtener los 14 ocho miles ha sido alcanzado el 1 de mayo de 2008, cuando a las 12:00 (hora local nepalí) pisaba la cumbre del Dhaulagiri.
Ascensiones  de Iván Vallejo

América


    1978 / Chimborazo (6 310 m), Ecuador.
    1989 / Huascarán (6 768 m), Perú.
    1991 / Illampu (6 485 m), Bolivia.
Asia

    1995 - Island Peak (6 189 m), Nepal.
    1996 - Ama Dablam (6 812 m), Nepal.
Ocho miles 1
   
 

 



Iván Vallejo se encuentra:

Katmandú 11 de abril de 2013
En este momento  Iván Vallejo s encuentra en Nepal en la Cordillera del Himalaya con sus compañeros de expedición SOMOS ECUADOR, Dios mediante tras la cima del Everest sin oxigeno.
Estarán el Everest hasta fines de Mayo

Perfil humano

Los 37 años que lleva ascendiendo montañas, han sido fundamentalmente una escuela de vida, porque en la práctica ha aprendido que es posible vivirla con pasión, con intensidad y con gran entrega cuando se tienen metas y objetivos claramente definidos.
Entonces tiene mucho sentido elaborar un plan de acción y de preparación, para que éste, cumplido con disciplina, con constancia, y con dedicación nos lleve hacia el logro de nuestros objetivos.
Las múltiples experiencias que ha vivido en las montañas y que han sido una amplia gama de emociones y sensaciones que han pasado por el agotamiento extremo, la soledad, la felicidad, el llanto, la risa, la incomodidad, la fuerza, el abandono, etc., son un cúmulo de vivencias que le han dejado grandes lecciones en su vida.
En las conferencias y talleres de motivación que impartió al público asistente, no les participo de un discurso teórico, sobre como hay que vencer obstáculos y momentos de adversidad, para el logro de una meta. No...Yo les cuento mi propia historia de un ciudadano ecuatoriano que con las mismas desventajas y ventajas que tenemos cualquiera de nosotros, me he dado la posibilidad de ir tras el logro de mis sueños.
Porque más allá de montañista y expedicionario, sobre todo, soy un ser humano como cualquiera, que acierta, que se equivoca, que se disculpa, que tiene miedo, que tiene fuerza, que se siente debilitado, en fin, que camina cada día con los defectos y virtudes que nos adornan y nos descomponen a todos.
Hasta el momento son miles de ecuatorianos (as) a quienes he podido llegar con mi experiencia de vida como montañista. Si usted está interesado que su grupo de trabajo o su empresa participe de mis conferencias, estaré muy gustoso de hacerlo.

A continuación, ofrecemos el testimonio que brindó el ascensionista ecuatoriano Iván Vallejo, desde Nepal, a "Radio revista Encuentro".



¿Cuál es el entorno que te rodea? ¿Cómo te sientes luego de haber bajado del Everest?




Ahora estoy disfrutando del exquisito sabor de la victoria, de recordar que todo salió bien. Esto provoca que el entorno sea encantador. Claro que estoy esperando que llegue el jueves para tomar mi vuelo, pero, hasta tanto, camino por las callecitas de Katmandú, haciendo compras en un plan totalmente relajado. ¡Nada que ver con la tensión de hace dos meses, antes de la expedición! Además, me siento como en casa: aquí también hay cortes de energía eléctrica.

¿En qué condiciones ocurrió el ascenso al Everest?


Haciendo un balance, creo que el ascenso llegó en el momento oportuno. He quedado convencido de que estos tres años de preparación fueron necesarios. Debí ascender montañas más "pequeñas" en el Himalaya y, al mismo tiempo, aprender sobre la comida, la logística y, fundamentalmente, sobre mi comportamiento fisiológico. Todo este proceso de averiguar mis límites fue básico.
Pero, al subir al Everest, tuve que pasar un "examen para masterado", ya que formé parte, lastimosamente, de una expedición administrada por un búlgaro y un ruso absolutamente deshonestos. Pasamos momentos muy duros en la expedición, con días sin comida y con la logística muy complicada. Fue necesario tener mucha paciencia.
Afortunadamente, todo el trabajo lo realicé junto con Ever Orona, un argentino de 28 años con quien colocamos todos los campamentos: uno a 7.100 metros, otro a 7.700 y el último a 8.300 metros de altura. E ver y yo armamos esos campamentos sin ayuda de guías.
En ese instante comenzó una nueva etapa de tu aventura....
Así es, pues antes yo solo había estado a 8.100 metros de altura. Pero, cuando alcancé los 8.300 metros, resulta que estaba rebasando la altura de diez de las montañas más altas del mundo, y sin tanque de oxígeno.
Una vez instalado a semejante altura, debimos regresar al campamento base para esperar que el clima mejorara. Era necesario esperar, pues expediciones anteriores registraron muertes por congelación. El excesivo viento era peligroso y no había que jugar con el frío. No obstante, sabíamos, por medio del reporte de meteorología, que el 25, 26 y 27 de mayo eran los días más adecuados para subir.
En la madrugada del 27 de mayo, a la una de la mañana, salimos del campamento. Se veía una luna llena preciosa, y esto compensó las penalidades.
La etapa crítica llegó a las 4 de la mañana cuando, realmente, me pregunté si yo era capaz de tocar la cumbre sin oxígeno. Me tranquilicé, tomé confianza y me prometí dar hasta el final. Salió el sol, lo que me dio más calma. Cerca de las 6 de la mañana, ya estaba a 8.600 metros y me dije: "¡de aquí no me baja nadie!"
Después veía las montañas cada vez más pequeñitas, hasta que, a las 8:15, llegué a la cumbre. Lloré con un grito de emoción, porque no soy de los tipos que se aguanta las lágrimas. Lo primero que hice fue arrodillarme y besar la cumbre del Everest, en agradecimiento a la vida. Saqué la bandera del Ecuador, y me sentí orgullosamente ecuatoriano.

¿Cómo se ve el mundo desde el Everest?



Yo estuve mirando este mundo, durante una hora, con ojos de cariño. Con ojos de emoción. Al norte, se veía el Tíbet, absolutamente llano, con unas leves montañas de color ocre. Al sur, un cambio radical: ¡cientos de montañas por el lado de Nepal!
Además, quise confirmar aquello de que, desde el Everest, se observa la curvatura de la Tierra. Yo no la vi. Pero sí me vi como el hombre más "alto" del planeta, literalmente, porque yo mido 1,65.

¿Qué es lo que más extrañaste? Supongo que tu familia ocupa un lugar principal en tus recuerdos..

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Cuando me embarco en una expedición, suelo desconectarme (en el buen sentido) de aquello que debo extrañar: mis dos hijos, mis alumnos, mis amigos.
Pero, una vez que todo termina, regreso a la etapa en que empiezo a extrañar todo. Y ahora, en Katmandú, estoy extrañando todo. Quiero irme con Andrés al cine, y con Camila a La Carolina. Además, también tengo antojo de un jugo de mora. En fin, ¡ahora extraño todo!
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Bibliografía